Homenaje a los valores de un científico de legado invaluable
- Camilo Yepes
Con la Exaltación a los Valores Humanos, conferida por la Fundación Musical de Colombia y la Universidad de Ibagué al maestro César Augusto Velandia Jagua, se reconoció la plenitud en principios, trayectoria y legado de un arqueólogo santandereano que ha marcado por algo más de 50 años la investigación en dicho ámbito.
Todo esto, en un acto cumplido en la Sala Alberto Castilla, del Conservatorio del Tolima, en el que también se congregaron familiares, amigos y conocedores del trabajo que ha adelantado este bumangués, tolimense por adopción, además de hijo predilecto de la Universidad del Tolima.
Unas de las palabras más emotivas y cargadas de sentido fueron las entregadas por el rector de Unibagué, Alfonso Reyes Alvarado. A continuación, las reproducimos:
Hace unos años, un amigo solía decirme en tono muy serio: “Rector, yo soy un hombre de principios y, si no le gustan, pues tengo otros”. Este gracejo ilustra, por sí mismo, la esencia de los principios y los valores para la vida de un ser humano: reflejan lo que somos, justifican lo que hacemos y nos sirven de heurística para decidir lo que queremos ser. Por lo tanto, proyectan nuestra identidad, en cierta forma desnudan nuestra alma.
Por otra parte, de los valores que compartimos con otros surge la fuerza que une y fortalece nuestras relaciones como comunidad. Entre más arraigados y compartidos sean estos valores, más unida y resiliente será esa comunidad.
Por eso es tan importante el cultivo de los valores apropiados desde temprana edad. Como padres somos responsables de crear las condiciones en nuestro entorno familiar para que estos valores germinen de manera natural. Y con nuestro ejemplo, a lo largo de la vida, somos responsables de que se arraiguen apropiadamente en ellos.
Como ciudadanos, es nuestro deber desplegar estos valores en nuestro actuar cotidiano, pero también es nuestro derecho exigir un comportamiento ético a los demás. Cohonestar o aceptar valores contrarios a la ética es inaceptable. Aquellos que escogen esa senda de vida, marcada por un cúmulo de antivalores, dejan una huella que es necesario evidenciar y rechazar para evitar que otros también la sigan.
Por otra parte, de los valores que compartimos con otros surge la fuerza que une y fortalece nuestras relaciones como comunidad. Entre más arraigados y compartidos sean estos valores, más unida y resiliente será esa comunidad.
Por eso es tan importante el cultivo de los valores apropiados desde temprana edad. Como padres somos responsables de crear las condiciones en nuestro entorno familiar para que estos valores germinen de manera natural. Y con nuestro ejemplo, a lo largo de la vida, somos responsables de que se arraiguen apropiadamente en ellos.
Como ciudadanos, es nuestro deber desplegar estos valores en nuestro actuar cotidiano, pero también es nuestro derecho exigir un comportamiento ético a los demás. Cohonestar o aceptar valores contrarios a la ética es inaceptable. Aquellos que escogen esa senda de vida, marcada por un cúmulo de antivalores, dejan una huella que es necesario evidenciar y rechazar para evitar que otros también la sigan.
Por estas razones, no es un buen mensaje para las nuevas generaciones de tolimenses que alguien que fue declarado por sentencia judicial como “bandido, pícaro y deshonesto” y que está pagando una condena como perpetrador de un crimen de lesa humanidad, como el asesinato de Luis Carlos Galán, quien precisamente ofreció su vida por defender los valores de la honestidad, la igualdad y la justicia, sea considerado ahora como “oráculo” de quienes aspiran a detentar cargos de elección popular. No es prudente confundir la impunidad judicial con la impunidad social. Mientras que aquella se evita con una condena por sentencia judicial, la impunidad social aparece cuando la memoria falla y el olvido colectivo da paso al renacer político o social del infractor.
Muy distinto es el caso de aquellas personas cuya vida impoluta se han erguido como referentes para las nuevas generaciones. Personas que pese a enormes dificultades que marcaron su vida, se hicieron a pulso y lograron descollar entre sus semejantes, sin negociar sus principios.
Con el propósito de reconocer y exaltar a aquellos hijos del Tolima o tolimenses por adopción que han sido detentores de valores humanos como la responsabilidad, la solidaridad, la disciplina, la equidad y la compasión, la Fundación Musical de Colombia con la Universidad de Ibagué, organizan cada año, como parte del festival Nacional de la Música Colombiana, este acto que hoy nos convoca.
Don José Ossorio Bedoya (quien recientemente cumplió 99 años), el maestro Darío Ortíz, el insigne jurista y político chaparraluno Dr. Alfonso Gómez Méndez, el maestro César Augusto Zambrano y la Dra. Carmen Inés Cruz, quien fuera rectora y alcaldesa de Ibagué, son algunas de las personas que hemos reconocido como referentes a seguir para nuestros jóvenes.
Hoy hacemos este acto como homenaje a un hombre nacido en Bucaramanga, pero que desde temprana edad se radicó en Ibagué como profesor de la Universidad del Tolima. Es para nosotros, las directivas de la Universidad de Ibagué y de la Fundación Musical de Colombia, un orgullo y un honor rendir este homenaje al maestro César Augusto Velandia Jagua.
Gracias por su presencia.
Muy distinto es el caso de aquellas personas cuya vida impoluta se han erguido como referentes para las nuevas generaciones. Personas que pese a enormes dificultades que marcaron su vida, se hicieron a pulso y lograron descollar entre sus semejantes, sin negociar sus principios.
Con el propósito de reconocer y exaltar a aquellos hijos del Tolima o tolimenses por adopción que han sido detentores de valores humanos como la responsabilidad, la solidaridad, la disciplina, la equidad y la compasión, la Fundación Musical de Colombia con la Universidad de Ibagué, organizan cada año, como parte del festival Nacional de la Música Colombiana, este acto que hoy nos convoca.
Don José Ossorio Bedoya (quien recientemente cumplió 99 años), el maestro Darío Ortíz, el insigne jurista y político chaparraluno Dr. Alfonso Gómez Méndez, el maestro César Augusto Zambrano y la Dra. Carmen Inés Cruz, quien fuera rectora y alcaldesa de Ibagué, son algunas de las personas que hemos reconocido como referentes a seguir para nuestros jóvenes.
Hoy hacemos este acto como homenaje a un hombre nacido en Bucaramanga, pero que desde temprana edad se radicó en Ibagué como profesor de la Universidad del Tolima. Es para nosotros, las directivas de la Universidad de Ibagué y de la Fundación Musical de Colombia, un orgullo y un honor rendir este homenaje al maestro César Augusto Velandia Jagua.
Gracias por su presencia.
El homenaje estuvo amenizado por la Coral Representativa ¡Canta, Bogotá Canta!, con la batuta de la maestra María Teresa Guillén, en un concierto pleno de obras dedicadas a la lluvia, a Colombia y a la unión.
Durante esta exaltación, en una semblanza el Dr. Armando Martínez Garnica, presidente de la Academia Colombiana de Historia y uno de sus antiguos alumnos en la Universidad Industrial de Santander, mencionó su alta sensibilidad para el arte, complemento ideal en su vasto conocimiento de la arqueología y la investigación científica.
"El dibujo y el color son indisolubles de su vida y el arte en todas sus manifestaciones: no es raro que haya escrito un libro sobre los 50 años de pintura de Edilberto Calderón (artista tolimense), uno de sus grandes amigos, ni que disfrute dibujando los detalles de las piezas excavadas por las investigaciones arqueológicas. No es un científico a secas, es un científico y un artística consumado, por cuanto este homenaje es un merecimiento indudable y justiciero. Ojalá nos acompañe muchos años más en este mundo", acuñó.
(Un homenaje al maestro Ortiz, quien abrió los ojos al color)
Se sumó a estas generosas palabras el rector de la Universidad del Tolima, Ómar Mejía Patiño, al destacar su humildad, su generosidad y su característico pensamiento crítico, que despertó, dicho por él, el deseo de aprender de muchos jóvenes que, "pese a las dificultades de la educación superior pública, adoptaron, al igual que usted, amor incondicional por la ciencia, el arte y la música".
"Usted, maestro Velandia, aprovechó para exaltar a muchos de sus discípulos, profesores y directivos; ahora nosotros, como comunidad académica, queremos hacerlo con usted, con su decencia y los valores que lo caracterizaron", aseguró.
Por último, en un generoso discurso basado en sus decenas de años en la investigación arqueológica, el maestro Velandia, quien fuera en su momento uno de los cofundadores del Museo Antropológico de la Universidad del Tolima, mostró su punto de vista sobre la creatividad y el trabajo.
"El dibujo y el color son indisolubles de su vida y el arte en todas sus manifestaciones: no es raro que haya escrito un libro sobre los 50 años de pintura de Edilberto Calderón (artista tolimense), uno de sus grandes amigos, ni que disfrute dibujando los detalles de las piezas excavadas por las investigaciones arqueológicas. No es un científico a secas, es un científico y un artística consumado, por cuanto este homenaje es un merecimiento indudable y justiciero. Ojalá nos acompañe muchos años más en este mundo", acuñó.
(Un homenaje al maestro Ortiz, quien abrió los ojos al color)
Se sumó a estas generosas palabras el rector de la Universidad del Tolima, Ómar Mejía Patiño, al destacar su humildad, su generosidad y su característico pensamiento crítico, que despertó, dicho por él, el deseo de aprender de muchos jóvenes que, "pese a las dificultades de la educación superior pública, adoptaron, al igual que usted, amor incondicional por la ciencia, el arte y la música".
"Usted, maestro Velandia, aprovechó para exaltar a muchos de sus discípulos, profesores y directivos; ahora nosotros, como comunidad académica, queremos hacerlo con usted, con su decencia y los valores que lo caracterizaron", aseguró.
Por último, en un generoso discurso basado en sus decenas de años en la investigación arqueológica, el maestro Velandia, quien fuera en su momento uno de los cofundadores del Museo Antropológico de la Universidad del Tolima, mostró su punto de vista sobre la creatividad y el trabajo.
La investigación no es fácil. La obra 'El elogio de la dificultad', de Estanislao Zuleta, para mí se convirtió en la guía al pensar en qué hacer y cómo hacerlo. La creatividad no se trae preinstalada como una App, que dejo que fluya: solo puede ser producto de una cosa llamada trabajo y es el trabajo lo que nos define como seres humanos y nos diferencia del resto de los animales, para eso hay que hacer toda una introspección, para conocer las debilidades y las dificultades. La primera lección para uno resolver la dificultad es empezar por reconocerla".
La Exaltación a los Valores Humanos es un tributo que cada año se brinda como uno de los componentes centrales del Festival Nacional de la Música Colombiana; esta vez, en su edición 37.